La IA no te reemplazará; te hará en un mejor gestor de proyectos
- Andrew A. Rosado Hartline
- 27 abr
- 3 Min. de lectura
El año pasado leí un artículo fascinante en Harvard Business Review France, titulado “En la era de la IA, las empresas deben valorar las habilidades blandas” (título traducido por mí del francés). Al reflexionar sobre este texto, me di cuenta de que, en los entornos laborales modernos, especialmente en la gestión de proyectos, persiste una falta de empatía y de competencias interpersonales eficaces.
Históricamente, las metodologías de gestión de proyectos se han centrado en gran medida en tareas, procesos y herramientas, relegando con frecuencia el factor humano. En la última década, y muy especialmente gracias a los avances en metodologías ágiles, ha ido cobrando fuerza la importancia de la inclusión, la empatía y la comunicación. Con el auge de la IA, esta orientación no será solo conveniente, sino imprescindible.
En primer lugar, aclaremos un punto fundamental: el término “habilidades blandas” está desfasado. Estas competencias no son ni “blandas” ni secundarias frente a las capacidades técnicas. Deben reconocerse como habilidades interpersonales, denominación que refleja con precisión su verdadero valor en el entorno profesional.
Como gerente de proyectos, dedico una parte sustancial de mi tiempo a la introducción exhaustiva de datos técnicos, a la gestión de software de administración de proyectos y a garantizar que paneles de control e informes se mantengan precisos y actualizados. No obstante, a medida que la IA automatiza cada vez más estas tareas administrativas y técnicas, por ejemplo, la agregación de datos en múltiples plataformas, mi rol evolucionará de manera natural. ¡Y ya está evolucionando! Liberado de labores repetitivas, podré concentrarme plenamente en la negociación, el coaching, la mentoría y la resolución de conflictos.
Imagínese un escenario en el que puedo mediar sin interrupciones entre desarrolladores o negociar plazos de tareas con distintos gerentes y partes interesadas sin temer que mi próximo informe automatizado sea erróneo por falta de datos. La IA no disminuye mi rol; lo potencia y enriquece. Esta transformación refleja la intención original de los marcos ágiles y de los roles de Scrum Master que fueron diseñados para facilitar conexiones interpersonales y dinámicas colaborativas.
No obstante, esta evolución plantea desafíos. Muchas organizaciones carecen de la estructura o de la cultura necesarias para fomentar eficazmente el desarrollo de habilidades interpersonales. Las limitaciones presupuestarias, los cronogramas ajustados y la resistencia al cambio suelen obstaculizar la formación de estas competencias críticas. Las empresas deben adaptarse con rapidez; de lo contrario, no solo quedarán rezagadas tecnológicamente, sino que perpetuarán ambientes laborales perjudiciales para el bienestar de sus colaboradores.
Frente al temor de que la IA desplace empleos, especialmente en la gestión de proyectos y en roles de Scrum Master, mantengo que nuestras posiciones están seguras. La IA optimizará los flujos de trabajo, sí, pero la gestión de proyectos, la maestría en Scrum y funciones afines dependen en esencia de las interacciones humanas, de la gestión estratégica de los interesados y de la toma de decisiones matizadas: ámbitos en los que la IA complementa en segundo plano, sin suplantar las capacidades humanas.
En última instancia, la IA es una herramienta de potenciación, no de reemplazo. Su verdadero poder radica en permitirnos recuperar nuestro papel como líderes integrales. En lugar de quedarnos atrapados tras hojas de cálculo y paneles de control, podemos liderar con el ejemplo, captar el ambiente de una sala y facilitar la colaboración genuina del equipo.
Este es el futuro de la gestión de proyectos: un modelo en el que la tecnología amplifica nuestras habilidades humanas y nos permite fomentar entornos de trabajo más empáticos y productivos.
Imagen de portada generada con ChatGPT.
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